Arqueología Doméstica
El estudio de unidades habitacionales en distrito de Tlajinga comenzó en los años ’70, cuando un equipo de investigadores de la Universidad de Penn State excavaron en un complejo habitacional designado como 33:S3W1 en el mapa de Teotihuacán, conocido en la literatura como Tlajinga 33, (ver bibliografía de las publicaciones de éste proyecto). Este complejo habitacional estaba ocupado por familias de alfareros, especializados en la producción de utensilios de un tipo de cerámica llamada Anaranjado San Martin. A excepción de operaciones de rescate, no se han llevado a cabo otras excavaciones en este distrito hasta el PATT.
Hasta ahora, sólo hemos excavado partes de otros dos complejos: 17S3E1 y 18:S3E1. El complejo 17 estuvo ocupado por individuos que se especializaron en la producción de navajas de obsidiana, la herramienta de corte más común en Teotihuacan durante el periodo clásico Mesoamericano. El complejo 18 parece ser que estuvo ocupado por albañiles y especialistas lapidarios. La construcción de casas fue variable en ambos complejos. Las paredes fueron hechas de mortero con lodo y piedra, pero algunas pocas fueron construidas con bloques de piedra finamente cortada, otras en cambio fueron hechas de piedras con escombro. En muy pocos casos las paredes fueron hechas de adobe. Es muy interesante observar que en esta parte de la ciudad la distancia a las minas de piedra volcánica se incrementa y la parte baja del valle tiene una alta disponibilidad de barro. Un concreto típico, hecho a base de grava fue frecuentemente utilizado para hacer pisos y paredes, el yeso es poco común y solo se reservaba para las residencies de los estratos sociales altos y para las estructuras ceremoniales. Estas actividades artesanales y las técnicas de construcción nos ayudan a ubicar a los ocupantes dentro un estrato socioeconómico que va de mediano a bajo.
Aunque pertenecían a un estrato socioeconómico bajo y vivían a alejados del epicentro urbano y separados por dos ríos, los habitantes de Tlajinga estaban muy integrados a la tejido urbano de Teotihuacán. Los complejos departamentales estaban orientados en el plan ortogonal de la ciudad y estaban muy bien edificados. Los complejos 17 y 18 presentaban drenajes que desembocaban hacia la Calzada de los Muertos y hacia los patios centrales para los rituales diarios y otras reuniones. Los ocupantes también disfrutaban de cierto acceso al intercambio de mercancías provenientes de largas distancias – como el jade, las conchas y la mica – y cantidades limitadas de cerámica con decoración elegante. Sin embargo, Rebecca Storey ha documentado altos rangos de mortalidad infantil en Tlajinga 33, similares a las estimadas en el imperio Romano. Su estudio bioarqueológico subraya un aumento en los índices de morbilidad como uno de los indicadores que le restan valor a la urbanización antigua.