Mi malentendido
He pasado tres semanas y media en Madrid y no quiero irme nunca. Me encanta la ciudad, me encanta el clima, me encanta la comida y me encanta el idioma. La mayoría de las veces me gusta la gente, pero me tuve que acostumbrar a algunos malentendidos culturales primero. Lo primero que noté cuando llegué era que había muy pocos morenos aquí en Madrid. De los que estaban aquí muy pocos hablaban español. Esto no fue un problema pero fue interesante darme cuenta. El malentendido cultural vino cuando noté las miradas fijas. No importa dónde iba, yo notaba las miradas fijas. Al principio estaba enojada y defensiva, hasta que me di cuenta de que la mayoría de las miradas no eran maliciosas, eran curiosas e intrigadas miradas. Supuse que eran porque soy morena, pero hay más. Un hombre en una discoteca me informó que nunca había visto trenzas como las mías. Tuve que reír porque me di cuenta de que mis trenzas eran las que me hacían más extranjera e intrigante.