Hasta la próxima vez

¿Cómo ha sido la experiencia?

“Lee, viaja, sueña y disfruta el momento”; eso es lo que estaba escrito en una pequeña pizarra en La Ciudad Invisible, un café y librería que está cerca de la Plaza de Callao. Cuando estuve allá el 28 de junio, acabé de comprar regalos en La Central para mi hermana y mi padre – ya había comprado algo para mi madre cuando estuve en Portugal la semana anterior, no os olvidéis que no escribo cosas que ocurre fuera de Madrid porque existe una pequeña regla, que dice que debemos escribir sobre cosas de esta ciudad, para animarnos a explorar todo lo que ofrece Madrid. En el café pedí horchata y mini-hamburguesas que eran buenas, pero esto no es tan importante como el sentido de esas palabras.

Me gustaría deciros que todo ha sido increíble, impresionante, súper bien, es que me faltan las palabras para expresar y describir como esta experiencia ha sido una de las mejores de mi vida y no hay duda que es imposible reducir, o mejor resumir, la experiencia en unas pocas palabras; me falta esta fluidez de escribir en español, y en inglés también, y creo que ni Miguel Delibes lo logra tampoco. Es decir, que para entender cómo me siento ahora, habríais tenido que acompañarme cada día y estar a mi lado cada día, pero bueno, “anyways” como dice Mar, intentaré hacerlo, por lo menos describir lo que pasó en la última semana.

El 25 de junio, el domingo, regresé a Madrid de Lisboa en avión, pero tuve que esperar más de 35 minutos para recoger mi equipaje; los trabajadores del aeropuerto nos decían que podíamos recogerlos en una cinta transportadora de equipajes, pero ninguna maleta aparecía. Pasaron 15, 20, 30 minutos y todos estábamos enfadados y de mal humor. Al final, las encontramos en otra cinta que estaba llena de equipajes. Era un desastre. En un momento, la cinta paró porque había gente que tenía que subirse a ella para recoger las maletas que habían caído en el medio del semicírculo. Esto nos puso de mal humor otra vez porque la mayoría todavía necesitaba recoger las maletas. Pues, encontramos un hombre que nos ayudó y al salir del aeropuerto, pulsé el botón rojo para valorar el tiempo de recoger equipajes. Vais a ver que esta semana empezó con un problema en el aeropuerto y terminó de la misma manera también.

Pero bueno, estoy seguro de que preferís leer sobre lo que he hecho en lugar de estas tonterías. Empezamos con el lunes. Después de la clase de historia, que terminaba a las 7, me fui a un lugar para comer churros con amigos del programa. Hablamos de nuestros planes de la última semana y de algunas tonterías, pero estuvo muy bien y lo disfrutamos. Inmediatamente después, me fui al Templo de Debod para reunirme con Isavel, una amiga del programa, y con sus amigas españolas, ellas eran las hijas de una amiga de la madre española de Isavel (¡Qué complicado!). Esa noche miramos la puesta del sol, sacamos fotos y hablamos juntos.

Cambiando de tercio, me gustaría contaros lo que pasó el martes. Este día fue un poco raro, no tuve clase por la mañana porque nos íbamos a ver una zarzuela, llamada La Gran Vía, por la tarde en lugar de tener clase; por eso, sólo tenía clase a las 17:30 (5:30) y podía disfrutar el día. Con el tiempo que me quedaba después de levantarme, de correr y de desayunar, decidí visitar el Museo ArqueológicoNacional,  el que me había recomendado Teresa el día anterior, pero antes de hacerlo, compré dos libros en La Casa del Libro, uno de Gabriel García Márquez llamado Cien Años de Soledad, seguro que lo conocéis, y otro de Miguel Delibes llamado El Hereje, me lo ha recomendado Mar. Los llevé al Parque del Oeste para leer y para grabar un vídeo de mí mismo, para un proyecto de la clase, en el que expliqué por qué había elegido este lugar y por qué es uno de mis sitios favoritos de Madrid. Después de filmarlo, me puse de pie y caminé hacia el metro para irme al museo, pero cuando llegué, vi el edificio e inmediatamente me di cuenta de que ya lo había visto el verano pasado con amigos de, como decimos, “high school”. Sin embargo, decidí entrar y no tenía que pagar porque soy estudiante. Como ya sabía qué hay en el museo, elegí dos zonas del museo para ver otra vez: la de Hispania y el imperio Romano en España y la de la mitología griega. Tardé 45 minutos máximo en el museo porque tenía que volver a casa para almorzar antes de irme al Instituto. Después de clase, vimos, como una clase, la zarzuela; me ha gustado, pero fue un poco difícil entenderles cuando cantaban, además hablaban muy rápido, pero bueno, sin embargo, ha sido otra experiencia preciosa. Como ya le había dicho a Teresa que no iba a cenar en casa, tuve que cenar antes de llegar a casa, por eso, Nirupa y yo comimos en Crepes y Waffles; oye, fue mi quinta vez en comer allí, seguro que me reconocían.

 El miércoles era el día de estudiar para mis exámenes y para comprar regalos para mi familia; después de los cafés, cené en casa y me reuní con Megan y Miguel en la estación del metro Alonso Martínez para caminar a Chueca. Ese día marcó el comienzo del World Pride 2017, había demasiada gente en las calles, había tanta gente que no pudimos entrar en Sol; por eso, caminamos a Madrid Río y el puente, pero todavía no había mucha actividad. Regresé a casa para estudiar pero tenía mucho sueño. Algo me puso de bien humor: Teresa me ha regalado un libro llamado El coronel no tiene quien le escriba y le había pedido que escribiera un mensaje en el libro…y lo ha hecho. Cuando termine El Hereje, empezaré este libro.

El jueves, también conocido como el día de despedida o el día de los exámenes, fue un poco triste porque me despedí de mis amigos, de mis profesores y de mi familia, pero también fue un día de fiestas. Después del último examen, nos reunimos en los jardines para celebrar el Fin de Curso y para comer paella y beber vino. Por la noche, me fui a Kapital donde me quedé hasta las 5 de la mañana. Cuando volví a casa, puse una alarma para poder dormir 25 minutos, pero no la oí, seguro que no sonó, y me desperté a las 8:40. La hora de salida de mi avión era 9:55. Cuando, por fin, he cogido un taxi después de unos minutos preciosos buscándolo, le he dicho que tenía prisa y me llevó al aeropuerto en poco tiempo. Llegué a Barajas a las 9:20 y creía que eso sería suficiente porque no había cola, pero era demasiado tarde para entregar mi maleta; lo tendría que haber hecho 2 ó 3 horas antes del vuelo. Como ya sabéis que me gusta mi ropa y no quiero perderla, compré otro billete para poder entregar mi maleta. Y ahora, estoy escribiendo este ensayo para el blog en el aeropuerto para pasar el rato: hay que esperar 6 horas (desde las 9:20 hasta las 3).

Si todavía estáis leyendo esto, muchas gracias. Este viaje ha sido increíble y me siento feliz de haberlo hecho.  

Hasta la próxima vez. Seguro que no será la última vez que hablamos.

Un abrazo fuerte a todos.

Gavin Baker-Greene

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